miércoles, 29 de junio de 2011

Diciendo Adiós

El otro día una amiga me llamo buscando consuelo, escuche sus miedos, sus dolores, sus deseos y necesidades,  tratando de articular palabras de aliento y recordando cómo fue para mí atravesar por una situación similar. Cuando temí que era momento de terminar  la relación y cuanto tiempo lo pospusimos, días, meses, años y como finalmente pudimos separarnos… pero el Adiós, tardo aún mucho tiempo en llegar.
Yo misma marqué muchos números de teléfono buscando consuelo, pero nada podían decir que amainara el temor del Adiós, el grito ahogado de “no quiero estar sola”, “no me dejes sola”. La falta de ese otro cual si te faltara el mismísimo aire y la (en ese momento) ridícula aseveración de alguien que te quiere recordándote “No estas sola”. ¿Es por eso que no podía decir adiós?  ¿por miedo a la soledad?
Sé que dolió mucho tiempo el espacio vacío en la cama, que dolió el olor de la otra taza de café que nadie se bebería, dolió el silencio, el recuerdo. Sé que me imaginaba  a mi misma caminando sola por la calle, sola en la mesa del café, sola en el cine, dolió ver parejas tomadas de la mano. Pero también sé que pocas cosas disfruto tanto como el silencio de mi casa, o mis paseo solitarios, o el desayuno sola en una banca del parque. Además era verdad y desde entonces lo sabía Nunca estuve ni estaría sola, siempre hay un amigo, alguno de mis hermanos  o papás que gustosos aceptan una buena taza de café.
Pero en ese momento tampoco sirvió de nada la promesa de que todo estaría bien, de que yo estaría bien, que el tiempo lo cura todo. Al contrario entre más escuchaba sobre esta promesa de cambio más apretaba los labios impidiéndole al Adiós salir de mi boca.
Por otro lado hace un par de meses me encontré en una situación en apariencia muy diferente. En una sala del aeropuerto dándole un fuerte abrazo  y pronunciando un Adiós ahogado en llanto para mi hermano que por primera vez viajaba a Europa. No era un Adiós triste, al contrario estaba lleno de alegría ante un hecho que sucedía frente a mis ojos. Ahí en ese momento mi hermano dijo Adiós y yo lo vi crecer.
Estoy segura de que ustedes ya lo saben pero aquí esta lo diré: CRECER DUELE.
Yo pedía a mis papás me sobaran las piernas pues era insoportable el dolor de mis huesos al crecer, y recuerdo el dolor que me taladraba la cabeza cuando me salió mi primera muela del juicio. O el dolor cuando tuve que decir adiós a mi vestido favorito pues ya no me quedaba. O el dolor de pies por querer seguir usando esos zapatos que ya me apretaban. También duele cuando dices adiós a tus compañeros de clase cuando termina el año escolar.  Duele cuando te metes en un problema pero te siente muy grandecita para pedir ayuda.
Y duele ver a alguien crecer, alejarse, dar un paso al frente, ir un escalón más arriba. Por supuesto este es un dolor que disimulamos muy bien. Admitámoslo cuando vemos a alguien crecer es casi inevitable el vértigo, el cuestionamiento, ¿qué está pasando? ¿qué será de mí cuando tú te muevas, te vayas? ¿Por qué yo no me muevo? Pues casi nunca somos conscientes de nuestro propio movimiento- crecimiento.
Creo que es esta inconsciencia lo que nos hace tenerle tanto miedo al cambio, a crecer.
Seguramente te preguntarás que tiene que ver todo esto del crecimiento con mi amiga y con las rupturas de pareja y con decir Adiós. Y lo único que se me ocurre decirte es que estoy pensando ahora en Alicia (la del país de las maravillas) y el momento trágico en que empezó a crecer (muy a su pesar) de manera desmedida hasta que su cabeza salió por el techo de la casa sus piernas y brazos por puertas y ventanas. Y el pobre conejo contemplaba histérico sin poder decir más que “es tarde, se hace muy tarde” al tiempo que la alarma de su reloj no dejaba de sonar.

Así sucede con las relaciones, creces hay una palabra en ingles que lo define muy bien outgrown: que creces más allá de… , QUE TE QUEDA CHICA, PUNTO. Te aprieta igual que lo hizo el vestido y tus zapatos favoritos. A veces sucede y no pasa nada, esa amiga que dejaste de llamar, aquel que no recuerdas la última vez que lo viste… pero cuando esto sucede con ese alguien (amigo, amante, hermano, padre, madre, hijo) a quien tomaste de la mano con la promesa de crecer juntos. Por dios que Duele.
Y entonces cierras la boca y te niegas a dejar salir esa maldita palabra que parece querer destruirlo todo, robarse en un instante todo al amor que sentimos el uno por el otro, toda la historia y recuerdos que compartimos, todo lo que construimos, es más se robará ese ser que ahora soy gracias a que tú tomaste mi mano para crecer juntos. Decir Adiós Duele.
Por eso nos negamos la realidad de haber crecido o la aceptamos a medias. Aceptamos que no somos los mismos que se enamoraron como locos. La madre acepta que su hijo ya no es un niño. Las amigas aceptan  que cada vez tienen menos cosas en común. Pero no decimos Adiós, y es que decir Adiós suena tan definitivo tan Punto Final.
Pero Adiós solo quiere decir Soltar.  Lo sé en este momento debes pensar: “Ahhh! Soltar…., claro…, cualquier cosa”. Pero el vértigo te dice que si sueltas…. Te caes. Así que nos inventamos tantos dramas y escusas: “no te voy a soltar porque eres lo que más amo”, “no te voy a soltar porque soy tu madre o tu padre y siempre voy a estar contigo”, “no te soltaré por todo lo que vivimos juntos”, “no te soltaré porque te necesito”, “no te suelto porque siempre voy a amarte”, “no te suelto porque no te quiero lastimar”, “no te suelto porque nunca te olvidaré”
Hay muchas formas de decir Adiós, yo solo sé que esta vida nada es definitivo, nada es punto final. Y que detrás de cada Adiós alguien está dando un paso al frente, alguien está creciendo, aceptando que ha crecido.
Por eso te digo amiga que cierres los ojos visualízate en el andén de un tren o en la sala de un aeropuerto y abrázala, abrázala fuerte, despídete no importa si tu eres quien se va o quién se queda, no importa si pudiste pronunciar un Adiós o no. Ahora siéntate en tu asiento del tren o de avión o en la banca de la sala de espera y tómate todo el tiempo que te sea necesario para ver CUANTO HAS CRECIDO, dale las gracias porque te acompaño a crecer y di Adiós.
A veces esto es todo lo que una relación necesita para poder seguir adelante, a veces no le dices adiós al otro sino a ese tú que se negaba a crecer. Renovarse o morir, eso es todo, Nuevos zapatos, nuevos vestidos…
Pero la verdadera razón que me trajo aquí hoy es que yo tengo un Adiós pendiente, otro tipo de Adiós, el mío es ese Adiós que un niño pronuncia cuando su madre quiere tomarlo de la mano para cruzar la calle, o ayudarlo a sostener el pesado vaso de agua por miedo a que lo tire, o ayudarlo a encontrar el hueco para la cabeza cuando intenta vestirse. El niño dice: “yo puedo solo”

Querida Alicia, lo entendí, la casa me queda chica, mis piernas y brazos salen ya por las puertas y ventanas y mi cabeza da topes tratando de salir por el techo. Y no importa cuanto grite, los gritos  histéricos del conejo diciéndome que me estoy tardando mucho en salir, son más fuertes que mi voz.  Gracias amiga por enseñarme en donde está la puerta de salida.
“ahora quiero seguir yo sola”.
Dev

miércoles, 8 de junio de 2011

Algo sobre mi impaciencia

En la última reunión del Círculo de Mujeres, hace un par de meses, Mary nos dio una lección sobre la paciencia, y justo en la clase salieron de mí boca sabias palabras: "La paciencia no es para todos. La paciencia se gana, la paciencia es de aquél que trabajó su tierra y sembró la semilla. La paciencia es la tranquilidad y certeza de que esa semilla germinará, el retoño crecerá, florecerá y finalmente dará fruto. Tal vez tengas que regarlo de vez en cuando, tal vez debas arrancar la mala hierba a su alrededor y/o remover su tierra, pero realmente la planta lo hará todo por sí misma. Tu sólo tienes que esperar pacientemente con la confianza de que la tierra fue propiamente abonada y de que elegiste la semilla correcta…". (A veces me pregunto de dónde salen estas palabras.)

Yo no soy una persona paciente. No soy paciente en la fila del banco, no soy paciente cuando al otro lado del teléfono me dicen: "un segundo por favor", no soy paciente cuando espero a alguien impuntual, No Soy Paciente. Bueno, irónicamente hay algo en lo que al parecer soy muuuuuy paciente: las plantas. Cualquiera que conozca mi casa lo sabe, yo sólo las planto, las riego de vez en cuando, las podo, me olvido de ellas, y siempre, siempre, florecen.

Podemos volver atrás un segundo…. Yo sólo las planto, las riego, de vez en cuando las podo, me olvido de ellas… Claro, el asunto con la im-paciencia es que esperamos, ponemos nuestras esperanzas, expectativas, en que algo, no cualquier cosa, sino eso que queremos, saldrá de esa semilla. Y esperamos que así sea.

Fue así como hace un par de semanas envié un correo para convocarlas nuevamente a una sesión del Círculo de Mujeres, y pacientemente ESPERE a que confirmarán su asistencia, y pacientemente ESPERE a que llegaran a la sesión, e Impacientemente me di cuenta de que nadie llegaría. Triste y frustrada (y algo melodramática), alcé la mirada al cielo y silenciosamente pregunté: ¿Por qué nada de lo que siembro germina?

A preguntas necias… El Universo respondió de manera directa y clara: "No seas impaciente". Sólo que en ese momento yo pensé que lo que eso significaba es que tenía que esperar por más tiempo. Así que impaciente me dirigí al único lugar en el que puedo ejercitar mi paciencia: Mi jardín. Resultado, maté dos plantas, las ahogue (pensé que estaban desmayadas por el calor y las regué y las regué y las regué). Claro que no me di cuenta de lo que estaba sucediendo hasta varios días después, cuando decidí que el sol las había matado y dejé de regarlas, dos días después me di cuenta que estaban podridas.

Impaciencia es cuando esperas que algo suceda, cuando no confías en la calidad de la tierra y la semilla y en que por sí mismas pueden hacer el trabajo. Cuando no escuchas o sientes qué es lo que está mal. Es demasiado Sol o falta de agua o demasiada agua y falta de Sol. También es cuando todo está bien y no puedes verlo pues no te permites distanciarte y dejarlo ser lo que tiene que ser.

Pasé unos cuantos días preguntándome: ¿Por qué no llegó nadie? ¿Qué estoy haciendo mal? ¿De plano no ha funcionada nada de lo que he hecho? Etc, etc, etc. Al final todo se reduce a dos preguntas: ¿Confías en el proyecto? Sí. ¿Confías en las mujeres que se han reunido a compartir contigo? Sí. Entonces, déjalo ser, todo está bien. Creo que ya estoy empezando a ver que lo que nos hace falta es un poco de abono, arrancar una que otra mala hierba, una podada por aquí y por allá… Pero bueno ya les contaré después. Por lo pronto los círculos tendrán un pequeño receso, sólo uno corto, digamos que el tiempo necesario para dejarlo Ser.

Sat Deva


 

miércoles, 1 de junio de 2011

Clases de Kundalini Yoga en Coyoacán

¿Qué es Kundalini Yoga?

Podríamos decir que es todo un estilo de vida, ya que no solamente comprende ejercicios de yoga y meditaciones, sino una manera de vivir, de comer, de dormir, etc. Es una disciplina que nos enseña a cuidar de todos los aspectos de nuestras vidas: cuerpo, mente, espíritu, familia, trabajo, economía…

¿Cómo funciona?

La práctica de Kundalini Yoga empieza, como en otras yogas, en tu matt o tapete de ejercicios, realizando asanas (posturas) que se ligan a la respiración (pranayama) y a la meditación. El resultado es una serie dinámica de ejercicios en movimiento que relajarán y fortalecerán tu cuerpo, al mismo tiempo que se activa la desintoxicación y nutrición de tus sistemas y órganos vitales (aparato circulatorio, digestivo, sistema nervioso, glandular, etc.).

Esta serie dinámica de ejercicios es seguida por la experiencia de relajación y Meditación profunda, para lo cual nos valemos de diversas técnicas de meditación (mantra, respiración, enfoque en un punto…) que te permiten no sólo relajar tu mente, sino comunicarte de manera integral con todo lo que tú eres: tu Cuerpo, tu Mente y tu Espíritu.

¿Qué logramos?

Con una práctica constante de Kundalini Yoga lograrás construir un Cuerpo fuerte y sano. Aprenderás a escuchar tus pensamientos y a entender tus emociones, lo que te permitirá desarrollar habilidades para lidiar con el estrés, con tus miedos e inseguridades, fortaleciendo tu autoconfianza y tu habilidad para tomar mejores decisiones.

Poco a poco mejorará tu condición física, descansarás y rendirás más y mejor. Y finalmente notarás un cambio importante en tu calidad de vida. No sólo te sentirás más cómodo dentro de tu propio ser, sino que tu Mente y tu Cuerpo se sintonizarán permitiéndote expresar todo tu potencial.

¿Para quién es Kundalini Yoga?

Es práctico y útil para cualquier persona, sin importar su edad, condición física o dedicación en la vida, haber practicado otro tipo de Yoga, ni tener un cuerpo flexible o estilizado. Puedes comenzar tu práctica sin ninguna experiencia previa.

Si estas buscando un cambio en cualquier faceta de tu vida y no sabes por dónde empezar, Kundalini Yoga es lo que necesitas. Si eres un hombre o una mujer trabajadora que cuenta con muy poco tiempo al día para sí mismo, Kundalini Yoga es para ti. Si quieres fortalecer y sanar tu cuerpo, retomar el control emocional de tu vida, salir de la confusión mental o bien explorar tu lado espiritual, Kundalini Yoga también es para ti.

Kundalini Yoga es tan completo, que simplemente ¡todos deberían practicarlo!

Instructora:

Sat Deva Kaur

Clases personalizadas, cupo máximo de 5 integrantes por grupo

Informes

55196873 / circulosenexpansion@gmail.com

viernes, 25 de marzo de 2011

Taller de Primavera

Dentro del ciclo de talleres "Yo y los ciclos de la Naturaleza" llego el Taller de Primavera

Estoy muy emocionada por este taller la primavera es el momento más importante en cuanto a como queremos proyectar nuestro año. Lo que sigue es cosechar lo que en la primavera se sembró.

Yo lo que busco este año es Divertirme más y dejar fluir más mi creatividad, así que espero plasmar eso en el Taller.

Cualquier info que necesiten, no duden en contactarme

Dev

(mil gracias ana por el cartel)

jueves, 24 de marzo de 2011

Yo y los ciclos de la naturaleza


¿Te has sentido estancada y no sabes cómo iniciar el cambio, el movimiento? O tal vez todo lo contrario, ¿no sabes cómo detener la inercia del movimiento que te lleva?, ¿te da miedo el inminente cambio que se presenta en tu vida?

Te invito a que te asomes por la ventana y mires lo que te rodea. ¿Es de día o de noche? ¿Puedes ver el sol o la luna en el cielo? ¿Cómo está el clima? ¿Cómo lucen los árboles?

La naturaleza está en constante movimiento, cumpliendo con su ciclos, ningún día es igual al otro, no hay estancamiento, ni inercia, solo fluir, cambiar y Ser.

Ninguna flor se cuestiona si es el momento oportuno de florecer. La lluvia no se detiene temerosa de ser rechazada por aquellos a los que bañara con su agua. Cuando las hojas caen, el árbol no duda si volverán a cubrir sus ramas. Llegan el Invierno, la Primavera, el Verano y el Otoño y todo cambia, el paisaje, el clima, los aromas, los frutos, las flores, los estados de ánimo, y de lo único que podemos estar seguros es que el invierno volverá el año próximo.

La primera relación que tuvimos los seres humanos con la naturaleza y sus ciclos fue persiguiendo al Sol, como hacen los animales, caminando tras de la luz, el calor, el alimento. Aprendimos a observar y finalmente nos atrevimos a dialogar con la naturaleza desarrollando el conocimiento de cuándo es el tiempo de sembrar, el tiempo de esperar y el tiempo de cosechar. Pero los humanos damos las cosas por hecho y pronto olvidamos que ningún día es igual al otro, ningún otoño es igual al anterior. Olvidamos mirar al cielo para saber si la luna mengua o crece, pero no olvidamos cuándo celebrar el festival de la cosecha, o la bacanal, o cuándo encender los fuegos de mayo, por lo que nos llenamos de fechas festivas y rituales que nos recuerdan lo que la naturaleza nos enseñó.

Hoy no nos importa si llueve, si tiembla, si hay luna llena en el cielo, si el Sol calienta, debemos levantarnos cada mañana y cumplir con nuestras vidas, con nuestras rutinas y obligaciones. Nos olvidamos de observar si es de día o de noche, pero no olvidamos mirar el reloj; no nos percatamos de si el árbol está desnudo o lleno de flores, pero no olvidamos comprar nuestros regalos de Navidad. No olvidamos que se aproximan las vacaciones de Semana Santa, o que necesitas un nuevo traje de baño para las vacaciones largas de verano.

Seguimos así hasta que algo sucede, algo que nos hace temer o necesitar el cambio. Una muerte, perder un trabajo, un nuevo novio, o el rompimiento de una relación, o simplemente el cansancio de la vida rutinaria de todos los días. Comenzamos a buscar por todas partes una respuesta, una ayuda, en todas partes menos en la Naturaleza.

Yo y los ciclos de la naturaleza es un conjunto de 4 talleres independientes en los que exploramos y vivenciamos las energía correspondiente a cada estación del año, el frío Invierno, la regeneradora Primavera, el caluroso Verano, los vientos de Otoño.

Buscamos fluir con la estación del año en que nos encontramos y observar cómo se da el movimiento y el cambio sutil de una estación a otra. Analizamos las fiestas y rituales propias de esa época del año tratando de conectar con el mensaje "oculto": ¿qué es lo que busca recordarnos este ritual?

Al poco tiempo de que empieces a poner atención a los mensajes en cada ritual, de que observes como cambia la luz a lo largo del día, como se abre y se cierra una flor, sucederá algo maravilloso: te preguntarás a ti misma, ¿cómo estás hoy?, ¿qué necesitas?, y comenzarás a conectar con tu propio ser.

La idea de estos cursos es que adquieras un nuevo lenguaje, una nueva forma de ver la vida y de entender tus propios ciclos, aprendiendo de la naturaleza y dialogando con ella. Podrás entender cuándo es tu tiempo de sembrar, cuál es tu cosecha, podrás planear el siguiente paso y aprenderás a confiar en que el ciclo sigue siempre su curso.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Sobre Integrar y Soltar


Después de la clase de Moni el mes pasado me hice el firme propósito de escribir algo en el Blog sobre lo que es Integrar, pero no me había sido posible. Estaba digiriendo.
Lo peor es que podía escuchar mis tripas rugir pero no sabía que me estaba causando tal indigestión y porque no lograba integrar sea lo que sea que me había comido…
El Universo como siempre colocaba pistas a cada paso, llego incluso a poner frente a mí a una chica que ha estado lidiando los últimos tres años con una extraña enfermedad de su aparato digestivo.
Finalmente mi hermana se acercó a mí, hace un par de semanas, con la propuesta de unas cortas vacaciones en un campamento tortuguero.
Debo confesar que tarde un tiempo en comprender lo que el Universo estaba maquinando para mí, pero en cuanto pude verlo sentí una de las emociones más hermosas del mundo. Solté. Ya no está en mis manos, ya no hay nada más que hacer, solo me queda disfrutar.
Lo sé, nada de lo que he escrito tiene sentido, permítanme explicarlo:
Cuando cumplí 20 años escuché, de más de una boca, que se aproximaba una crisis de identidad "la crisis de los 20". Me resultaba tan absurda la idea que ni siquiera me di cuenta, cuando comenzó la crisis. Fue alrededor de los 22 y los 23 años. Cuando la vida empezó a exigirme madurez e independencia. Madurez para tomar mis propias decisiones de vida e independencia de las expectativas ajenas. No pude, fracasé completamente, desconocía mis recursos y definitivamente no tenía idea de quién era.
La nada brillante forma en que afronte este largo periodo de mi vida fue, pegándome como ventosa al hombre del que me había enamorado (quien por cierto, atravesaba la misma crisis). Mi filosofía de vida era, que el "amor" lo podía todo.  Y era ese "amor", lo único en mí que se sentía real.
Creo que es momento de darle las gracias a ese gran compañero que estuvo a mi lado, durante lo que yo llamo, los años de la depresión. Gracias por quedarte a mi lado cuando yo no era yo, sino esta especie de Frankenstein hecho de trozos de expectativas: mías, tuyas, de mi mamá, de mi papá, de amigos, maestros, etc. Un Frankenstein que se mantenía unido por el miedo, la confusión y sobretodo la necesidad de ser validada.
Finalmente un día no tuvimos más remedio que mirarnos el uno al otro y comprender que nos habíamos convertido en estos deformes monstruos. Sacamos nuestras espadas y nos asestamos golpes sin piedad. Su último golpe fue certero y me quede ahí hecha pedazos.
Terminaron los años de la depresión.
Han pasado tres años desde ese día. Recuerdo las manos generosas de mis amigos y amigas, recuerdo sus abrazos, sus sonrisas y sus palabras de ánimo y consuelo. Recuerdo el amoroso apoyo de mi familia. Pero sobre todo recuerdo el silencioso quejido que salía desde muy adentro de mí: "solo quiero ir a casa". Constantemente en donde quiera que estuviera, salía el lamento en un suspiro. "quiero ir a mi casa".
 Lo más doloroso era cuando se presentaba ahí, en el lugar en el que vivía, en el que comía, me bañaba, dormía, justo a la mitad del departamento que habíamos construido juntos: "quiero ir a casa".Lo primero fue volver al lugar de la masacre y recoger todos mis trozos. Los empaque en una maleta y los cargue en mi espalda. Era el momento de soltar y dejar "nuestra casa" atrás. La tortuga se convirtió en el símbolo de mi fortaleza. "Yo soy mi hogar, llevo mi casa a cuestas".
Lo segundo, encontrar una guarida en donde pudiera protegerme, sanar y ¿volver a pegar todos mis trozos? Para ese fin, encontré un amplio departamento en Coyoacán. Viví ahí un año muy difícil, no quería volver a ser un Frankenstein así que tenía que darme a la tarea de decidir de todas esas piezas de rompecabezas, cuales me pertenecían y si quería que formaran parte de mí.
Los amigos y amigas se cansaron de esperar a que yo saliera de la cueva. Así que cuando salí, estaba muy sola. Recuerdo la mano de mi mamá apretando con firmeza la mía, invitándome a caminar. Y el lamento que seguía ahí: "quiero ir a casa".
Así fue como hace poco más de un año gracias al apoyo incondicional de mi mamá, llegué a casa. Es un hermoso departamento en Coyoacán, con un aún más hermoso jardincito justo en el centro, verde y lleno de vida. Podría alargarme muchísimo contándoles todo lo que ha sucedido aquí, se me ocurre que la mejor manera es con una pequeña lista.
  • Recuperé a mi familia (les debo más fotos)

  • He hecho nuevas y más sanas amistades

  • Nació Círculos en expansión

  • He construido un hogar para mí y para Cuca (mi perro)
    (Ana plis unas fotitos de mi casa)
  • Descubrí que ese anhelo de "ir a casa" era el deseo de estar en mí; de ser Yo.

     
Estos tres años han sido los años de la integración. Integrar todos los cachitos de lo que soy, de lo que he vivido, de lo que he sentido. Integrar lo que deseo, lo que sueño y finalmente expresarme desde mi centro. No soy una obra acabada, queda mucho por recorrer y por descubrir pero SOY YO por donde quiera que me veas SOY YO.
Integrar para mí significa crear algo nuevo. Una nueva Yo
Estos tres departamentos en los que me ha tocado vivir los últimos tres años son la expresión de lo que sucedía y sigue sucediendo en mi interior; Son la metáfora de la tortuga, llevando su casa a cuestas, cargando un caparazón en donde esconderse. Ya no necesito ser la tortuga. Ha llegado el momento de soltar, de abrir la puerta y salir.
¡Llego el momento de liberar a la tortuga!!!!!!!!!!!
Sat Deva

miércoles, 23 de febrero de 2011

¿Quién es tu Maestro?


"Uno de los grandes maestros sufíes, Junnaid, fue consultado por su primer discípulo: << Maestro, siempre hemos tenido una pregunta en mente pero nunca hemos tenido el coraje suficiente para hacértela. ¿Quién fue tu Maestro? Nunca te hemos oído hablar de tu Maestro>>
<<Me resultará muy difícil responder porque he aprendido de casi todos. Toda la existencia ha sido mi Maestra. He aprendido de cada suceso ocurrido en mi vida. Y estoy contento de todo ello, porque gracias a todo ese aprendizaje he llegado hasta aquí>>" Osho

Hace un par de semanas tenía la intención de escribir aquí lo que significa, para mí, Ser un Maestro. Planeaba compartirles quienes han sido mis grandes maestros y que lecciones de vida me han enseñado. Pero en cuanto empecé a escribir lo sentí, un hueco en el estómago, una opresión, mariposas (¿miedo, angustia, tristeza?), fuera lo que fuera no me permitía pensar, menos escribir, no fluían las palabras. "Pero conozco las palabras, lo he reflexionado tanto, sé lo que es Ser un Maestro…!!!" entonces me di cuenta: Duda, eso en mi estómago, era duda.

La duda llego en los labios temblorosos de una amiga: "Déjame hacerlo Dev, puedo hacerlo, puedo ser el Maestro, estoy mal en muchos aspectos pero sigo funcionando… ¿por qué no me dejas hacerlo?, ¿por qué dudas de mí?"

Mi cabeza empezó a mil por hora: "¿yo dudo de ti?, ¿qué es lo que no te dejo hacer? Me molesta tu drama, me cansa tu conmoción…. ¿de qué estás hablando?... Respira Débora. Solo escucha y respira…"

Sé que salían palabras de mi boca pero solo seguía escuchándola: "Estoy haciéndolo lo mejor que puedo, por qué no pueden ver que estoy haciéndolo lo mejor que puedo?!!!!"

Mi cabeza: "Te estoy viendo, te veo y te escucho y siento este hueco en el estómago… y NO SE QUE HACER CON LO QUE VEO. ¿Qué quieres de mí?!!!, ¿estaré escuchando bien?"

Ella: "No puedo ser lo que esperan de mí. Esto es lo que soy, y tengo mucho que dar…", "Déjame hacerlo!!!"

Además de un fuerte dolor de cabeza, me llevé a casa la duda guardada en el estómago y la incapacidad para pensar o escribir.

En mí interior se cimbraba uno de los grandes pilares de lo que es Ser un Maestro: Desde la duda, desde la confusión, desde la conmoción, ¿SE PUEDE SER UN MAESTRO?

Trataba de aferrarme a certezas de todo tipo para liberarme de la duda que anidaba en mi interior como un animal ponzoñoso (disculpen ustedes el drama).

Fracasé, esa técnica no funciona, la duda seguía ahí.

Me decidí entonces a dar un paso atrás dejar a la duda hablar y escupir toda su ponzoña: "¿Acaso no eres tú quien dice que todos somos Maestros, que todos tenemos algo para enseñar, que el maestro no es perfecto, y es por eso que puede enseñar? ¿Por qué no la dejas hacerlo? ¿Por qué no crees en ella? ¿Acaso no crees en ti, no crees en tu proyecto? Tal vez tu proyecto es muy ambicioso, tú no puedes con él, no estás lista, te falta preparación, te falta experiencia…, te vas a equivocar y les vas a fallar."


No sé mucho sobre lo que es Ser un Maestro, pero sé que esperamos cosas de ellos: esperamos su sabio consejo, su compasión. Esperamos que nos digan qué hacer cuando las cosas se ponen difíciles. Esperamos que nos sostengan y nos comprendan no importa qué. Esperamos que no nos fallen nunca.

También sé que un Maestro siempre está ahí cuando lo necesitas, siempre dispuesto a dar la lección. No son como nosotros esperamos. No nos dicen que hacer ni cómo hacerlo. No nos sostienen, nos enseñan a sostenernos a nosotros mismos. No son responsables de cómo nos sentimos, de lo que proyectamos al mundo ni de lo que hacemos o dejamos de hacer. No es su responsabilidad si aprendemos o no la lección, pues cada quien es responsable de sí mismo.

Por dos semanas mi Maestra fue la duda, insistente repetía una y otra vez la lección que yo no quería escuchar: "No es tu responsabilidad, suéltala..." "No puedes ser lo que crees que ella espera de ti." "No es tu responsabilidad ayudarla, no es tu responsabilidad hacerla sentir bien, no eres responsable por lo que hace o deja de hacer" "Es su responsabilidad quererse, cuidarse, hacer lo que quiere y necesita hacer, creer en sí misma" "Suéltala…"

"Tu única responsabilidad eres tú misma. Escúchate, escucha tu duda, tu conmoción, tu confusión, hazte responsable por ellas y actúa en consecuencia."

La lección de vida: Desde la confusión, conmoción, duda o lo que sea que te este pasando no puedes ser un Maestro, de hecho no puedes ser más que eso, ira, confusión, miedo, duda. No puedes Ser Tú.

Así que la próxima vez que sientas que la confusión te susurra cosas al oído, la conmoción se apodera de tu ser o la duda anida en tú estomago: da un paso atrás, respira, sacúdete, repite un mantra y escucha lo que tiene que decir, toma la responsabilidad por lo que estas sintiendo en lugar de achacárselo a los demás y agradece la lección. Eso no quiere decir que las cosas se arreglaran inmediatamente o que la lección haya sido aprendida del todo pero al menos volverás a ser Tú.

Y tú… ¿sabes quién es tu maestro? Ese extraño sentimiento que tiene tiempo acompañándote, ¿estás dispuesta a escuchar su lección?

Sat Deva

"Ninguna situación carece de lecciones, ninguna en absoluto. Todas las situaciones están preñadas, pero esto es algo que tienes que descubrir: superficialmente puede no parecer que es así. Tienes que estar alerta, tienes que mirar todos los aspectos de la situación." Osho