Dentro del ciclo de talleres "Yo y los ciclos de la Naturaleza" llego el Taller de Primavera
Estoy muy emocionada por este taller la primavera es el momento más importante en cuanto a como queremos proyectar nuestro año. Lo que sigue es cosechar lo que en la primavera se sembró.
Yo lo que busco este año es Divertirme más y dejar fluir más mi creatividad, así que espero plasmar eso en el Taller.
Cualquier info que necesiten, no duden en contactarme
Dev
(mil gracias ana por el cartel)
viernes, 25 de marzo de 2011
jueves, 24 de marzo de 2011
Yo y los ciclos de la naturaleza
¿Te has sentido estancada y no sabes cómo iniciar el cambio, el movimiento? O tal vez todo lo contrario, ¿no sabes cómo detener la inercia del movimiento que te lleva?, ¿te da miedo el inminente cambio que se presenta en tu vida?
Te invito a que te asomes por la ventana y mires lo que te rodea. ¿Es de día o de noche? ¿Puedes ver el sol o la luna en el cielo? ¿Cómo está el clima? ¿Cómo lucen los árboles?
La naturaleza está en constante movimiento, cumpliendo con su ciclos, ningún día es igual al otro, no hay estancamiento, ni inercia, solo fluir, cambiar y Ser.
Ninguna flor se cuestiona si es el momento oportuno de florecer. La lluvia no se detiene temerosa de ser rechazada por aquellos a los que bañara con su agua. Cuando las hojas caen, el árbol no duda si volverán a cubrir sus ramas. Llegan el Invierno, la Primavera, el Verano y el Otoño y todo cambia, el paisaje, el clima, los aromas, los frutos, las flores, los estados de ánimo, y de lo único que podemos estar seguros es que el invierno volverá el año próximo.
La primera relación que tuvimos los seres humanos con la naturaleza y sus ciclos fue persiguiendo al Sol, como hacen los animales, caminando tras de la luz, el calor, el alimento. Aprendimos a observar y finalmente nos atrevimos a dialogar con la naturaleza desarrollando el conocimiento de cuándo es el tiempo de sembrar, el tiempo de esperar y el tiempo de cosechar. Pero los humanos damos las cosas por hecho y pronto olvidamos que ningún día es igual al otro, ningún otoño es igual al anterior. Olvidamos mirar al cielo para saber si la luna mengua o crece, pero no olvidamos cuándo celebrar el festival de la cosecha, o la bacanal, o cuándo encender los fuegos de mayo, por lo que nos llenamos de fechas festivas y rituales que nos recuerdan lo que la naturaleza nos enseñó.
Hoy no nos importa si llueve, si tiembla, si hay luna llena en el cielo, si el Sol calienta, debemos levantarnos cada mañana y cumplir con nuestras vidas, con nuestras rutinas y obligaciones. Nos olvidamos de observar si es de día o de noche, pero no olvidamos mirar el reloj; no nos percatamos de si el árbol está desnudo o lleno de flores, pero no olvidamos comprar nuestros regalos de Navidad. No olvidamos que se aproximan las vacaciones de Semana Santa, o que necesitas un nuevo traje de baño para las vacaciones largas de verano.
Seguimos así hasta que algo sucede, algo que nos hace temer o necesitar el cambio. Una muerte, perder un trabajo, un nuevo novio, o el rompimiento de una relación, o simplemente el cansancio de la vida rutinaria de todos los días. Comenzamos a buscar por todas partes una respuesta, una ayuda, en todas partes menos en la Naturaleza.
Yo y los ciclos de la naturaleza es un conjunto de 4 talleres independientes en los que exploramos y vivenciamos las energía correspondiente a cada estación del año, el frío Invierno, la regeneradora Primavera, el caluroso Verano, los vientos de Otoño.
Buscamos fluir con la estación del año en que nos encontramos y observar cómo se da el movimiento y el cambio sutil de una estación a otra. Analizamos las fiestas y rituales propias de esa época del año tratando de conectar con el mensaje "oculto": ¿qué es lo que busca recordarnos este ritual?
Al poco tiempo de que empieces a poner atención a los mensajes en cada ritual, de que observes como cambia la luz a lo largo del día, como se abre y se cierra una flor, sucederá algo maravilloso: te preguntarás a ti misma, ¿cómo estás hoy?, ¿qué necesitas?, y comenzarás a conectar con tu propio ser.
La idea de estos cursos es que adquieras un nuevo lenguaje, una nueva forma de ver la vida y de entender tus propios ciclos, aprendiendo de la naturaleza y dialogando con ella. Podrás entender cuándo es tu tiempo de sembrar, cuál es tu cosecha, podrás planear el siguiente paso y aprenderás a confiar en que el ciclo sigue siempre su curso.
miércoles, 16 de marzo de 2011
Sobre Integrar y Soltar
Después de la clase de Moni el mes pasado me hice el firme propósito de escribir algo en el Blog sobre lo que es Integrar, pero no me había sido posible. Estaba digiriendo.
Lo peor es que podía escuchar mis tripas rugir pero no sabía que me estaba causando tal indigestión y porque no lograba integrar sea lo que sea que me había comido…
El Universo como siempre colocaba pistas a cada paso, llego incluso a poner frente a mí a una chica que ha estado lidiando los últimos tres años con una extraña enfermedad de su aparato digestivo.
Finalmente mi hermana se acercó a mí, hace un par de semanas, con la propuesta de unas cortas vacaciones en un campamento tortuguero.
Debo confesar que tarde un tiempo en comprender lo que el Universo estaba maquinando para mí, pero en cuanto pude verlo sentí una de las emociones más hermosas del mundo. Solté. Ya no está en mis manos, ya no hay nada más que hacer, solo me queda disfrutar.
Lo sé, nada de lo que he escrito tiene sentido, permítanme explicarlo:
Cuando cumplí 20 años escuché, de más de una boca, que se aproximaba una crisis de identidad "la crisis de los 20". Me resultaba tan absurda la idea que ni siquiera me di cuenta, cuando comenzó la crisis. Fue alrededor de los 22 y los 23 años. Cuando la vida empezó a exigirme madurez e independencia. Madurez para tomar mis propias decisiones de vida e independencia de las expectativas ajenas. No pude, fracasé completamente, desconocía mis recursos y definitivamente no tenía idea de quién era.
La nada brillante forma en que afronte este largo periodo de mi vida fue, pegándome como ventosa al hombre del que me había enamorado (quien por cierto, atravesaba la misma crisis). Mi filosofía de vida era, que el "amor" lo podía todo. Y era ese "amor", lo único en mí que se sentía real.
Creo que es momento de darle las gracias a ese gran compañero que estuvo a mi lado, durante lo que yo llamo, los años de la depresión. Gracias por quedarte a mi lado cuando yo no era yo, sino esta especie de Frankenstein hecho de trozos de expectativas: mías, tuyas, de mi mamá, de mi papá, de amigos, maestros, etc. Un Frankenstein que se mantenía unido por el miedo, la confusión y sobretodo la necesidad de ser validada.
Finalmente un día no tuvimos más remedio que mirarnos el uno al otro y comprender que nos habíamos convertido en estos deformes monstruos. Sacamos nuestras espadas y nos asestamos golpes sin piedad. Su último golpe fue certero y me quede ahí hecha pedazos.
Terminaron los años de la depresión.
Han pasado tres años desde ese día. Recuerdo las manos generosas de mis amigos y amigas, recuerdo sus abrazos, sus sonrisas y sus palabras de ánimo y consuelo. Recuerdo el amoroso apoyo de mi familia. Pero sobre todo recuerdo el silencioso quejido que salía desde muy adentro de mí: "solo quiero ir a casa". Constantemente en donde quiera que estuviera, salía el lamento en un suspiro. "quiero ir a mi casa".
Lo más doloroso era cuando se presentaba ahí, en el lugar en el que vivía, en el que comía, me bañaba, dormía, justo a la mitad del departamento que habíamos construido juntos: "quiero ir a casa".Lo primero fue volver al lugar de la masacre y recoger todos mis trozos. Los empaque en una maleta y los cargue en mi espalda. Era el momento de soltar y dejar "nuestra casa" atrás. La tortuga se convirtió en el símbolo de mi fortaleza. "Yo soy mi hogar, llevo mi casa a cuestas".
Lo segundo, encontrar una guarida en donde pudiera protegerme, sanar y ¿volver a pegar todos mis trozos? Para ese fin, encontré un amplio departamento en Coyoacán. Viví ahí un año muy difícil, no quería volver a ser un Frankenstein así que tenía que darme a la tarea de decidir de todas esas piezas de rompecabezas, cuales me pertenecían y si quería que formaran parte de mí.
Los amigos y amigas se cansaron de esperar a que yo saliera de la cueva. Así que cuando salí, estaba muy sola. Recuerdo la mano de mi mamá apretando con firmeza la mía, invitándome a caminar. Y el lamento que seguía ahí: "quiero ir a casa".
Así fue como hace poco más de un año gracias al apoyo incondicional de mi mamá, llegué a casa. Es un hermoso departamento en Coyoacán, con un aún más hermoso jardincito justo en el centro, verde y lleno de vida. Podría alargarme muchísimo contándoles todo lo que ha sucedido aquí, se me ocurre que la mejor manera es con una pequeña lista.
- Recuperé a mi familia (les debo más fotos)
- He hecho nuevas y más sanas amistades
- Nació Círculos en expansión
- He construido un hogar para mí y para Cuca (mi perro)(Ana plis unas fotitos de mi casa)
- Descubrí que ese anhelo de "ir a casa" era el deseo de estar en mí; de ser Yo.
Integrar para mí significa crear algo nuevo. Una nueva Yo
Estos tres departamentos en los que me ha tocado vivir los últimos tres años son la expresión de lo que sucedía y sigue sucediendo en mi interior; Son la metáfora de la tortuga, llevando su casa a cuestas, cargando un caparazón en donde esconderse. Ya no necesito ser la tortuga. Ha llegado el momento de soltar, de abrir la puerta y salir.
¡Llego el momento de liberar a la tortuga!!!!!!!!!!!
Sat Deva
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